viernes, 29 de marzo de 2013

Respeto /// Buena Educación...

Es muy bíblico pero ya que son estas fechas.. Respeta y serás respetado! ;)


Me pregunta j en un comentario que si puedo aclarar qué es el tan traído y llevado “respeto” que pedimos a todas horas y en todo foro los que vivimos estas cosas, y si no se estará confundiendo con la simple buena educación, siempre debida.

Recojo una vez más el guante, puesto que es lo que siempre quise, que el Muro sea un diálogo, y en este caso el que tengo con j me parece estimulante y siempre da lugar a nuevas reflexiones.

Es cierto que el “respeto” se pide mucho, máxime cuando se siente que no se tiene por defecto. En el caso de los “swinger”, temo q aún estamos en ello. Quizá equivocadamente, quizá no, yo veo paralelismos entre el despertar de la sociedad a que existimos con el que empezó hace 20 años con gays y lesbianas. 

Últimamente las referencias al intercambio de parejas y la vida liberal se multiplican en el cine, la prensa o la televisión, y como siempre ocurre, el hábito va curando la extrañeza. Los gays emprendieron ese camino hace 20 años, y hoy se ve con normalidad decir incluso frases hace poco imposibles de conjugar como: “el diputado gay del PP Pepito Pérez se ha casado hoy con su compañero en Barcelona”. No creo que estemos en el punto en que Hola! pueda publicar que Sergio Ramos y señora han ido a Barcelona a pasar un fin de semana de sexo y desenfreno con Ferrer y su novia, dada su manifiesta amistad e inclinaciones liberales… Pero aunque sea un deseo extraño, ojalá algún día lleguemos a él y las señoras bostecen al ver que esa tan sosa es la portada de la semana.

Cuál es el problema? Bueno, creo que principalmente el problema, incluso más allá del “qué dirán” es que aunque la buena educación provea la apariencia de una cordialidad que puede llegar a ser muy hipócrita, hasta que no se produce una normalización y aceptación de las conductas e inclinaciones de quien se sale de la norma, se tiene a considerarlo una debilidad del carácter, en el mejor de los casos. 

No hace tanto que hablábamos de Turing, y de cómo en ese momento histórico un analfabeto heterosexual pudo sentirse en un orden superior de la existencia que una de las mentes más brillantes de este siglo, y tristemente es sólo un ejemplo de muchos. Se ha tenido “marica” al cabo de la lengua para cobarde, blando, pusilánime o de voluntad débil… Hoy parece que está en el lenguaje para quedarse, pero creo que casi todos entendemos que se puede decir “eso es una mariconada” porque a uno le puede la vena coloquial, y tener muy interiorizado que ser gay es un atributo neutro como el que es bajito o de Pamplona… Y nosotros aún no tenemos  nuestro propio insulto, así que parece que hay camino por recorrer!

Creo que todo esto va bastante más allá de la buena educación: un ingenio mínimamente agudo puede insultar y desmerecer desde una educación exquisita, y aquí hablamos ya no sólo de palabras. Al pedir respeto lo que yo exijo es ese reconocimiento del otro que se hace imprescindible para la convivencia. Ese enunciado que dice: sé que piensas y vives diferente a mí, y te reconozco no ya sólo el derecho a hacerlo, si no también mi total incompetencia (en el sentido legal) para juzgarlo. Me inhibo de emitir juicio, puesto que no tengo derecho a ello”.

Decir “respeto” aquí al fin y al cabo, es decir primero “a ti que te importa”, luego “somos distintos pero podemos convivir” y al fin “entiendo tus razones, aunque no sean las mías”.

En cuanto al tema que nos ocupa en las entradas anteriores, yo expreso mi respeto dejando que sea el otro el que elija su propio nombre, simplemente. No impondría nunca un término a quien no me invite a usarlo, y no ridiculizaría nunca a quien lo reclame para sí. Para mí los juegos de cornudos y zorras no son tan distintos de los de profesora y estudiante, enfermera y paciente, ginecólogos, monjas, ángeles, demonios, criadas o vaqueros… Y así como entiendo que no por eso voy a empezar a repartir fonendos, cátedras y tridentes, de la misma manera no mezclo el disfraz y el personaje cuando me invitan a representar esta otra partida.

Creo que hacer eso es buena educación, y que entender que cada cual juega a lo que quiere y lo llama como le place, es respeto.


sábado, 9 de marzo de 2013

De palabras... (O de cornudos y zorras...)

Ciertamente la cosa viene de lejos.. XD


Esta entrada es parte de una reflexión mayor pero nace a raíz de un par de comentarios en el blog firmados por el aún escueto "j".

Los comentarios están en la entrada anterior, y quién tenga curiosidad por buscarlos verá que se trató de un intercambio corto, algo intenso pero con un resultado creo que inmejorable. Mi sensación es que j y yo estamos de acuerdo en todo, o casi todo, y probablemente lo que me hacía falta era una nueva entrada que profundizara en por qué digo lo que digo y cómo elijo decirlo, y que tengo ganas de escribir desde aquella de "Presentando mis respetos".

A mi siempre me han gustado y preocupado las palabras, antes y fuera de éste blog. No creo que sea el momento de ponerme a divagar sobre la importancia capital que tienen sobre la naturaleza del propio mensaje. No podemos comunicar casi nada sin ellas, y nuestras elecciones al emplearnas no sólo reflejan lo que queremos decir, si no que lo informan y lo modifican íntimamente hasta que lo que decimos acaba influyendo en lo que pensamos tanto o más que en el sentido contrario.

En algo tan sensible, tan poderoso y que tan fácilmente apela a la emoción con el sexo y los términos sexuales, el tono del lenguaje es capital. Muy conocido es el artículo que lleva años circulando en Internet sobre los usos de cojones y coño en el lenguaje coloquial, sobre como algo es un coñazo, cojonudo, se tiene que hacer por huevos, tiene cojones o nos importa una polla, etc, etc... 

Y a nadie se le escapa que los términos sexuales, te guste o no, los uses o no, se usan a diario al tiempo como apelativos cariñosos y como insultos. Puede gustar más o menos, eso será opinable, pero yo por aquí oigo bastante a las amigas llamarse "chocho" y "chochete" (creo que se nota que no es que me emocione), "pisha" que ya casi ha conseguido alejarse de su origen, y desde luego el curioso fenómeno de que el ubicuo "cabrón", puede decirse con cariño de un amigo, o buscando gresca con un desconocido. Esto desde luego no es privativo del sexo, y uno puede irse a intenciones opuestas si dice que Pepe es "listo" o "un listo", sin ir más lejos. Los ejemplos son infinitos, y desde luego no seré yo quien se meta en ese jardín, para eso quién a quien tenga interés le sugiero comenzar (seguramente lo conocéis ya todos) por el impagable "El Dardo en la Palabra".

Llegando a los comentarios que han precipitado por fin que escriba esta entrada, este es el último de "j", que reproduzco aquí para entrar en situación y porque estoy de acuerdo con él en casi todo! Siempre quise que el muro fuese un diálogo, y recojo encantado el guante. 

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[--] cortesías aparte, tengo que decir que el problema de las palabras no es solo emocional. No son solo signos. Las palabras son la verdad. Tienen que ser la verdad. Y cuanto más confusas las hacemos, más perdidos estamos. Cornudo es un hombre al que su mujer le engaña, no un hombre que permite, consiente y hasta induce a su mujer a tener sexo con otros para felicidad de ella y su relación con ella. La diferencia es abismal. Del negro al blanco. Y las consecuencias no te cuento: porque cuando el cornudo se entera del engaño, ya te puedes imaginar para qué le apetece usar los cuernos. ¿O es que las noticias de la así llamada violencia de género son como los anuncios por palabras del periódico? Joder, si no ponemos orden en las palabras, no sé para qué coño escribimos.
¿Que cómo le podemos llamar a un tío que consiente, disfruta y hasta induce a su mujer a follar con otros para reforzar la autoestima sexual de ella, su felicidad y la de la propia pareja? Pues un marido ejemplar. Un gran tío. Un hombre como la copa de un pino. ¡¡¡Un SANTO VARON!!!
Con mis respetos.
j
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Vamos a aclarar primero algo básico: los "cornudos" y sus "zorras" me merecen el máximo respeto. Como decía ya en la otra entrada, cuando estamos hablando de sexo por diversión para mi se trata de conocer el juego y de jugarlo bien. Pero no confundo a la persona con el "personaje"ni las reglas del juego con las realidades de su vida. La gente que he conocido que vive de esta forma su vida son, en su inmensa mayoría, personas inteligentes, inquietas, con mucho que contar también fuera de estas situaciones y a la que se coge cariño con mucha facilidad.

Además, coincido plenamente con "j" en su análisis del santo varón. Pensando ahora en unos buenos amigos de Granada y otros de Madrid, que ejemplifican bien lo que digo (vosotros sabéis quiénes sois!), no es fácil encontrar una pareja tan compenetrada. El "cornudo" lejos de ser un pobre hombre dejado de lado e ignorado disfruta activamente con las experiencias que viven como pareja, las busca, las fomenta, las prepara y saborea el recuerdo con un placer que hablando con él hace sentir envidia. Y la "zorra" lejos de la falsedad y la mentira clandestina, disfruta abiertamente de su condición con su marido, le hace partícipe, le sonríe encantada durante la experiencia, e intuyo que no se plantearía jamás coger ese camino sin saber que el cornudo comparte su placer y da su beneplácito, esté o no esté físicamente en el momento concreto. (Digo intuyo porque ni se me ha ocurrido ni se me ocurrirá plantearle semejante cosa, no porque dude de ella, desde luego). Habrá mucha gente que no entienda lo que digo porque lo ve desde fuera y no le cabe en la cabeza (de eso también hay una entrada!), pero se trata de parejas de las mejor avenidas que conozco y ciertamente si se mienten no se mienten más que la mayoría, y probablemente mucho menos que todas esas personas que se llevan las manos a la cabeza y luego flirtean y fantasean, cuando no más, sintiéndose culpables y a escondidas.

Dicho esto, el núcleo del pequeño desacuerdo que tenemos j y yo es el de la relación entre la verdad y las palabras. Más bien, entre las personas, su verdad, y las palabras.

Resulta evidente que para mi es muy contradictorio ese "cornudo" denigrado que le produjo rechazo a j y ese "nuevo cornudo" que conoce y disfruta de su condición y se da alegremente ese nombre a sí mismo. Mi uso aquí de la palabra es evidentemente el segundo, y lo apoyo no en mi opinión, si no en la de él.

Siguiendo con el ejemplo de uno de mis amigos, sin ir más lejos, el llega a usar un simpatiquísimo Rudolf con una buena cornamenta como imagen al usar Messenger o Skype, se refiere a sí mismo en esos términos, y a menudo habla de las ganas que tiene de unos buenos cuernos. Es evidente que los disfruta, y que el nombre no es que no le moleste, si no que lo lleva con orgullo. Ante eso, yo simplemente considero que no soy quién para elegir qué otro término debería emplearse. 

No hace mucho tuve una experiencia parecida en el Salón Erótico de Barcelona, donde un colectivo de prostitutas defendía en una charla su derecho a llamarse "putas", diciendo que ellas personalmente preferían ser llamadas "putas", "que es lo que somos", y no tratadas con paños calientes y llamadas "meretrices" o "mujeres de la calle". Por lo que se deducía de lo que exponían (sus palabras, no las mías) se sentían peor consideradas si la gente iba de puntillas alrededor de su condición como si fuese algo vergonzante. Yo ciertamente entiendo esta postura.. 

Siento que a veces, que a algo lo llamen "por su nombre", en especial cuando es un atributo personal susceptible de ser tomado como negativo, es mucho más liberador y anula su poder de hacer daño . Usando la palabra "vulgar" y apoderándose de ella uno evita dejarse empequeñecer por el paternalismo protector de quién le habla y toma el control de un atributo que por otra parte es seguramente cierto, aunque el juicio que merece sea diferente para unos y otros.

La analogía no es exacta con el cornudo, en realidad, pero creo que yo también prefería en su momento que me llamen "enano", "negro" o "maricón" si lo soy, y no me "dulcifiquen" algo que no me produce ninguna vergüenza. El fenómeno desde luego está muy extendido, y aunque quizá desde "fuera" no nos atrevamos o incluso no debamos atrevernos, en mi propia ciudad los gays se llaman uno a otro "maricón" o incluso "maricona" a gritos por la calle, los negros hasta en las películas se llaman negrata el uno al otro, y los enanos.. pues intuyo que lo mismo! (La cita friki del día serían estas citas de Tyrion Lannister pidiendo que le llamen enano).

Por acabar, o al menos de momento, mi idea sobre todo esto se basa en lo mismo que se basa mi juicio sobre casi todo: la primacía de la libertad individual. Puesto que estamos obligados a elegir determinadas palabras para referirnos a determinadas realidades, mi postura es que quien las elija sea quien las vive y se define por ellas. Cuando se da por ejemplo un caso de cambio de sexo, siempre surgen dudas: nació Ivan, XY, y ahora es Ivana, con una cintura delicada y dos poderosas razones.. es él, o es ella? Pues ni idea: es lo que él / ella decida ser, y así me referiré yo siempre, no me corresponde a mi decidirlo ni juzgarlo. 

Cuando me refiera a "tí", en abstracto, te llamaré negro, de color, puta, escort, enano, gordo, rellenito, paralítico, discapacitado, o tantos otros términos, según TÚ elijas, sin arrogarme en ningún caso el derecho a decidir si te resulta ofensivo un término vulgar, un eufemismo victoriano, o realmente no podría importarte menos.

De la misma manera, continuaré llamando a mi amigo cornudo, desde el cariño y el respeto que me merece, y a su mujer zorra, desde el placer que me proporcionan su forma de ser y su compañía, y jugando con ellos a lo que a los tres nos apetezca, que al menos a mi no me está mirando ningún señor con barba desde una nube para echarme nada en cara... y así seguiré hasta el día en que ellos me digan  otra cosa.

Y sólo espero de tí, lector, la misma deferencia.


[Editado] Por poner una última nota y en deferencia a "j", se me ocurre para aquellas parejas que no gusten de estos términos pero no conozcan otros, que podríamos usar por ejemplo los del hombre "consentidor" y la mujer "libertina", probablemente menos cargados de connotaciones previas. y puesto que yo ya he dicho que llamaré a cada cuál como él prefiera ser llamado, los usaría encantado. Qué os parece? Creéis que tendrían buena acogida? [Editado]