domingo, 28 de abril de 2013

Nuevos comienzos...

Pq al fin y al cabo todas las páginas son parte del libro...


Ésta será una entrada breve y en una clave algo más personal de lo que acostumbro... Aún así, siento que ya hace falta: algunos de los habituales me conocéis lo suficiente para que esto sean "viejas noticias", algunos nada en absoluto para que os interese, pero hay un área gris de quienes llegasteis aquí siguiendo a Katze o a través de nuestras aventuras liberales, o de recién llegados que a veces me preguntan con cierta confusión si este es el blog de un chico, de una pareja, si es fantasía o realidad...

Sin entrar en detalles privados: Katze y yo hemos tomado caminos separados. Tenemos nuestras razones, que no voy por supuesto a discutir aquí, pero me enorgullece decir que puesto que tiene que acabarse, creo que se ha acabado de la forma más civilizada posible, que pervivirá la amistad cuando pase un tiempo y los sentimientos no estén tan a flor de piel y que permanecen el respeto y el cariño.

No hemos permitido que el recuerdo de los años que estuvimos juntos  se vea perjudicado por ese yo mezquino que todos tenemos dentro y que nos dice en los momentos en que nos sentimos vulnerables que ataquemos primero para hacer más daño, en un intento completamente inútil de aminorar nuestro propio dolor.

Así que sólo tengo palabras bonitas y de agradecimiento para Katze, aunque esta sea la entrada en que os cuento que ya no somos "cadaunadas", que por supuesto le deseo lo mejor y que paso página pero no borraría nada de lo vivido...

Me enfrento a un nuevo comienzo, con las dosis habituales de miedo e ilusión, y si queréis seguir por aquí, continuaré contandoos mis vivencias y reflexiones mientras lo afronto.. por el momento solo, y quien sabe, si soy afortunado, quizá algún día, de nuevo acompañado...

Solo me queda deciros, a vosotros que como siempre agradeceré saber que hay alguien al otro lado, compartiendo aquí sus pensamientos, y a Katze, de corazón, gracias por todo lo que me ha regalado vivir y lo que me ha dado de sí en estos años, gracias, y hasta siempre.

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lunes, 22 de abril de 2013

Cuestiones de Género...

Y ahora qué hacemos? XD

En la última semana he tenido dos pequeñas "ediciones" de un debate con múltiples ramificaciones que surge periódicamente cada vez que un grupo de amiguetes se sientan a tomar un café y arreglar el mundo.

Cómo ya sabéis los que leéis el muro, me preocupan las palabras y disfruto reflexionando sobre ellas. En otras entradas como las dos anteriores a esta o "Presentando mis respetos" me he metido ya en estos jardines. Intuyo sin embargo que éste puede despertar alguna ampolla más, pues todo el mundo tiene una opinión, por lo general algo visceral, sobre el asunto.

Por un lado surgió la duda comentando el caso de hace un par de años de un paciente transexual, cuyo nombre en la lista era pongamos por ejemplo "Francisco", que pidió en consulta ser llamado "Jenniffer" (se escribe con dos "enes" y dos "efes", nos insistió) y recibir el informe con ese nombre con el que a sí misma se identifica. (El por qué de escoger ese nombre para sí y la alta frecuencia observada de nombres de ese tipo entre quienes hacen esta transición, se nos escapa a mi y a la intención de ésta entrada).

Como habrán observado muchos, en la propia frase he cambiado de "un paciente" a "a sí misma", y la misma actitud defiendo yo que se merecía Jenniffer en consulta. En ocasiones mantener el género al referirse a ella podía ser confuso, dados sus rasgos faciales, y cierta disonancia con el aspecto de sus genitales, o caracteres sexuales secundarios (su buen par de prótesis de mama, como os podéis imaginar), pero por muy interiorizado que pueda estar en nuestro inconsciente, creo que es un esfuerzo que exige el respeto.

Para quien pueda interesar la solución final que di al dilema, hela aquí, puesto que me pareció una forma ingeniosa de contentar a todo el mundo y quizá a alguien le sirva! La paciente no quería ser llamada en su informe "Francisco", y yo por propiedad en el informe y por evitar confusiones futuras, no consideraba que pudiera llamarla en él "Jenniffer" por mi cuenta y riesgo. Tras pensarlo un poco, le propuse poner en el mismo F. J. y sus dos apellidos, dejando el resto a la imaginación e insertando ahí sólo un "segundo nombre" que normalmente tiene pocas consecuencias en español. Se mostró satisfecha, y yo también.

Comentando éste caso, como decíamos más arriba, surgieron entre mis compañeros varias opiniones enfrentadas sobre sexo, género, y la forma correcta de referirnos a "F.J.".

Por un lado estaría llamémosle el "fundamentalista genético" cuyo argumento sería aproximadamente: ha nacido XY, luego es un varón y se le debe tratar de "él".

Por otro el que a mi me gustaría llamar "fundamentalista genital", cuya única preocupación a la hora de escoger usar "él" o "ella" sería saber si la cirugía de cambio de sexo estaba ya o no completa. Sería "él" antes de empezar, "ella" tras la cirugía genital, y un estado intermedio en el caso de "F.J.", tras la operación de pecho y previamente a la terapia hormonal y a completar la cirugía.

El problema con el fundamentalista genético es que en cuanto uno indaga brevemente se encuentra con muchos casos de difícil solución, por ejemplo con llamativas consecuencias para el deporte o incluso la escolarización. Existen distintos síndromes (no nos pongamos técnicos) de personas XXY, XYY, XXX, o XY con un déficit en los receptores de testosterona, así como distintos trastornos hormonales, cuyo fenotipo puede dar lugar a dudas sobre si podemos adscribir a tal o cual individuo a la etiqueta de "hombre" o "mujer".

El del fundamentalismo genital se encuentra con niños nacidos con genitales ambiguos, o incompletos, o con vestigios de ambos órganos masculinos y femeninos, o con genitales aparentemente femeninos y la presencia de testículos intrapélvicos, o de otros trastornos hormonales... Tampoco parece un criterio definitivo.

Todo lo anterior puede convertirse en consideraciones académicas, aunque en ocasiones pueden tener consecuencias muy reales. Lo que a mi me interesa destacar aquí es que más allá de divagaciones médicas, en el ser humano el problema del género es ante todo una cuestión de identidad. 

El caso de los transexuales no es más que el extremo de un espectro en el que la identidad personal y la identidad social y biológicamente asignada, no coinciden. Es difícil imaginar la dureza de enfrentarse al hecho de que "Yo" no me siento como los demás me ven, y de que ellos se puedan negar a tratarme en muchos casos de acuerdo a cómo me defino y percibo a mi mismo.

La solución, una vez más, creo que está en el respeto a la libertad individual. En la aceptación de que no podemos siempre comprender la experiencia del mundo que tienen otras personas, otras culturas, otros tiempos... Pero si ejercer nuestra enorme capacidad para la empatía, que la tenemos si la dejamos aflorar, y comprender que nadie salvo F.J. tiene derecho a decidir si el lenguaje debe tratarla como "él" o "ella".

Yo desde luego me sentí avergonzado cada vez que se me escapó el masculino, y aliviado con su tolerancia a mis deslices, pues creo que era evidente mi esfuerzo por asentarme en el femenino como era su deseo. Y rompo aquí esta pequeña lanza en favor de que, en lo posible, tratemos de definir y acotar las clasificaciones de las rocas, las bacterias o los tipos de enana roja, pero nunca tratemos de imponer nuestras estrechas definiciones a la realidad innegable de la diversidad de las personas.




P.D.- No se me escapa que dije "dos cuestiones". La segunda es sobre el uso de moda en los últimos años de formas como "españoles y españolas", "compañeros y compañeras", o ya rizando el rizo "militantes y militantes" (sic), así como de la proliferación de palabras como "testiga", "notaria", y similares. Creo que se adivina cuál será mi postura, aunque quizá no... Una cosa es la libertad, y otra el lenguaje, y ahí si es necesario conocer y respetar las reglas! Invito a quien esté interesad@ a que abra fuego, pues se antoja candente, si la gente se anima a subirse al carro.. XD